Las acciones heroicas de Irena Sendler no fueron conocidas sino hasta 1999, cuando un grupo de estudiantes de Kansas que realizaba un estudio sobre el Holocausto judío se toparon por casualidad con el nombre de esta mujer polaca. Pero no sólo estaba el nombre, también había un dato: ella había salvado a 2500 niños del gueto de Varsovia durante la ocupación nazi en Polonia. En aquel momento, Irena era ya una anciana, de rostro dulce y afable. Fue ese el rostro que el mundo conoció cuando se hizo pública su hazaña.
Alemania invadió Polonia en 1939, justo en el momento en el que ella trabajaba en el Departamento de Bienestar Social de la ciudad de Varsovia. Su labor la desempeñaba en los comedores comunitarios de la ciudad.
Pasaron tres años antes de que fuera creado el gueto de Varsovia. Irena era católica, pero siempre tuvo simpatía por los judíos por lo que no dudó en ayudar, aún sabiendo que su vida correría peligro.
Como enfermera, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, conocido como Zegota. Eligió paliar los casos de enfermedades contagiosas. Ante la amenaza de una epidemia de tifus, los nazis fueron permisivos con las personas que entraban en el gueto para intentar frenar la enfermedad.
Este contexto, le permitió a Irena ayudar a otras enfermeras no judías a introducirse en el gueto, pero muy pronto descubrió cuál sería el destino de sus habitantes. Por eso, buscó la manera de sacar de allí al menos a los niños.
La manera más sencilla era sacarlos escondidos en las ambulancias que trasladaban a los pacientes más graves a los hospitales de fuera del espacio controlado. Pero el riesgo era alto y tuvo que buscar otras alternativas. Los colocó en bolsas de basura e incluso en ataúdes para salvarlos. Pronto tuvo que buscar otros métodos para hacerlo. Desde colocarlos dentro de bolsas de basura hasta en ataúdes.
De los 2500 niños a los que pudo salvar de una muerte segura, Elzbieta Ficowska fue uno de los casos más conocidos. En 1942, era solamente un bebé de escasos meses cuando se le fue administrado un narcótico y la colocaron en una caja con agujeros que pusieron escondido en un cargamento de ladrillos. Sus padres murieron en el gueto y la pequeña Elzbieta fue criada por Stanislawa Bussoldowa, una conocida de Irena. Una cuchara de plata con la fecha de su nacimiento y su apodo, Elzunia, grabados fue el pequeño objeto que mantuvo a Elzbieta unida a sus raíces.
El 20 de octubre de 1943 las cosas se complicaron para Jolanta, nombre en clave de Irena, quien fue detenida por la Gestapo. Fue llevada a prisión de Pawiak donde fue torturada pero jamás reveló el paradero de los niños. Un soldado la ayudó a escapar, y fue él quien anotó su nombre en la lista de personas ejecutadas. Eso le permitió continuar con su labor como enfermera hasta que la guerra terminó, bajo una identidad falsa.